La semana pasada, reflejamos en Tucumanos una problemática recurrente desde hace décadas en la provincia: los 30 kilómetros de la ruta 307 que unen El Infiernillo con Amaicha del Valle no tienen señalización y están muy deteriorados, lo que los vuelve intransitables. Lo curioso es que el camino que baja desde Tafí del Valle hasta Acheral muestra una fisonomía totalmente diferente, con pavimento en buen estado e importantes obra de mejora y ensanchamiento de varios tramos. Frente a semejante contraste, funcionarios de Vialidad Provincial reconocieron que desde hace 20 años, la vía que conduce a Amaicha -una huella original que fue pavimentada hace unos 35 años- sólo recibe remiendos. El problema del camino que involucra a Amaicha del Valle no es nuevo. LA GACETA lo ha reflejado en innumerables crónicas y editoriales. Sin embargo, la comunidad de los valles aun espera que se concreten promesas que en los últimos años parecían tomar más forma, cuando el Gobierno firmó un convenio con Vialidad Nacional para la concreción de obras por $ 150 millones. Por el acuerdo firmado en 2007 se destinaron $ 61 millones a la ruta 307. El proyecto contemplaba la repavimentación desde Tafí del Valle hasta Colalao del Valle. Pero en los años subsiguientes se vio cómo se consolidaba el tramo Acheral - Tafí del Valle - El Infiernillo, mientras quedaba pendiente, otra vez, el resto del camino.
Cuando falta apenas un mes para el comienzo de la temporada turística "fuerte" para Tucumán, desde los despachos oficiales reconocen que se prioriza el camino que conduce a Tafí porque es el destino "estrella" tanto del turista que visita la provincia como del tucumano que hace turismo interno. Pero en contraste con la versión oficial, en la misma producción que se publicó esta semana en LA GACETA, el delegado comunal de Amaicha afirma que por temporada pasan por esa villa alrededor de 20.000 visitantes.
De todos modos, aun si no fuera aquella la cifra de visitantes, es cuanto menos paradojal el argumento gubernamental de que hay reforzar las áreas consolidadas, en desmedro de las otras. Se ha escuchado con insistencia que es interés del Gobierno fomentar el desarrollo local en las distintas ciudades o municipios del interior. Si se actuara en consecuencia, nos parece que cualquier diseño de políticas públicas en materia vial -o de turismo, en este caso en particular- debería apuntar a reforzar las regiones de la provincia que están menos desarrolladas o promocionadas.
El corredor del cual es parte Amaicha, pero que también incluye paisajes y regiones como Colalao del Valle en el territorio tucumano y la comunicación con Santa María por el lado catamarqueño y con Cafayate por Salta, es hoy un gran foco turístico, por su gastronomía tradicional y en muchos casos gourmet, por sus festividades patronales, por las huellas arqueológicas y cuturales de los pueblos originarios, y por su emergente producción vitivinícola. Precisamente, muchos viajeros se sorprenden por ese encuentro con una región que está desarrollando una identidad propia, que debe ser promocionada. Ante ese escenario, observamos que la mejora de ese tramo de la ruta 307 debería ser una cuestión de Estado, no sólo para las autoridades responsables de la infraestructura vial sino, además, para quienes conducen las áreas de Interior, Turismo y Cultura. Desde hace aproximadamente una década, se escucha con insistencia que el "producto turístico Tucumán" es parte de un concepto más amplio, que es el de la región NOA. Entendemos que si las acciones de gobierno fueran consecuentes con estos enunciados, la jerarquización de la ruta 307 en el tramo de Amaicha del Valle debería ser, hoy, prioritaria.